jueves, abril 26, 2007

Mario.

Se llamaba Mariano, Mario para los amigos. Tenía ochenta años y los ojos más azules que haya visto en mucho tiempo. Era alto, delgado y con esa elegante fragilidad que tienen los ancianos. Cuando llegó no era capaz de levantar la cara y hablar sin que los lagrimones se deslizasen por sus hermosas mejillas. Había sido fuerte, había sido joven, había sido una persona de provecho. Ya no lo era. Lo sabía y lloraba con esa sabiduría de quien predice el final.

Le ayudamos. Pusimos algunos parches. Le cogimos la mano, le dimos comida y pastillas. Poco a poco comenzó a salir de su triste cabeza para sonreír sin mucha convicción. Volvió a caminar unido a su bastón y sin saber como empezó a querernos..."Sus doctoras" nos llamaba sin prestar mucha atención al médico adjunto.

Hace pocos días volvió a revisión. Se puso su traje y su corbata. Caminaba todo lo erguido que alguien de su edad podía caminar. Estaba guapo, alegre y bromeaba con haberse echado una novia en el Centro de Día, "su colegio", como el decía. Le preguntó al adjunto por sus doctoras, se había arreglado para nosotras y sonrío un poco menos al no podernos ver. Nuestro Paul Newman particular no nos había dado los dos besos de rigor, no pudimos bucear en el azul de sus ojos pero la satisfacción de verle mejor no se puede alejar de nuestras mentes.

Hoy su mujer es mi paciente. Me contó esta historia y le pedí que le diese un abrazo con la esperanza de volverle a ver. Y sin saber porqué me acordé de mi abuelo, de sus ojos azules, de su bombona de oxígeno...y quise poder hablar con él, verle de corbata, caminar de su brazo y su bastón...Y pensé en lo que debe sonreír al vernos caminar por estos caminos del Señor....

jueves, abril 19, 2007

La palabra.


Hay tulipanes en el paseo del Prado. Hace sol. La temperatura es agradable.


Hoy fue otro de esos días donde te encuentras cara a cara con esa palabra. Se lo dices a la familia y la respuesta parece copiada: " No le diga nada mi padre, no debe saberlo". Hablas acerca de su postura y sus consecuencias, no importan tus palabras, " No le diga nada a mi padre".


Todos vamos a morir. Se puede llamar cáncer, accidente de tráfico, infarto. Se puede llamar como queramos pero esa es la realidad. Ante esa situación, todos debemos enfrentarnos y todos sin excepción podemos dedicir el grado de información que queremos recibir. El problema ocurre cuando otros toman esa decisión por nosotros, cuando otros deciden mentir por el posible bien de otra persona. Esas personas, generalmente familia, puede mentir y poner una ignorante excusa. Es su derecho. Sin embargo yo no puedo mentir a las preguntas del paciente, yo puedo no dar información si el paciente no pregunta o no quiere escucharla pero no puedo mentir.


Hoy una familia nos amenazó si dijésemos la verdad a un paciente. En el caso de que hablásemos con el paciente, nos ocurriría algo malo. No soy tan ingenua como para infravalorar la coacción. El mal sigue presente, es más fácil amenazar que aceptar la enfermedad y la muerte. En vez de enfrentar el problema, se enfrentan con los portavoces del mismo. No es una estrategia nueva, lleva siglos ocurriendo y desgraciadamente volverá a ocurrir.


Seguimos sin estar preparados para aceptar que el elixir de la eterna juventud no existe. Lo triste es privar a alguien de su derecho a llorar, a apoyar la cabeza en el hombro de otro, negar el derecho a despedirse, a comer lo que le de la gana, a buscar respuestas espirituales ante esta situación....Negar el derecho a decidir como morir para preservar su posible sufrimiento....¿ Acaso no sufre ahora?, ¿ Acaso es tonto?....Estas decisiones llevan a que a veces me encuentre en situaciones rocambolescas y hacen que la muerte sea más difícil para el paciente y para su familia....No hay duelo hasta el funeral.....


Hoy entre la dulzura de un día de primavera me enfrento de nuevo con el sufrimiento, el mal y la mentira. Hoy me coaccionan para, que llegado el momento, no diga la verdad. Y hoy, como agua de mayo, leo las palabras de Bonhoeffer que traen respuestas al hoy y al mañana.


"Hemos sido mudos testigos de actos malos, estamos de vuelta de todo, hemos aprendido el arte del disimulo y de la palabra equívoca, la experiencia nos ha enseñado a desconfiar de los hombres. A menudo hemos privado a nuestro prójimo de la verdad o de una palabra libre que le debíamos. Insoportables conflictos nos han reblandecido o nos han hecho cínicos; ¿ somos aún útiles? Lo que necesitaremos no serán genios, ni menospreciadores de hombres ni sagaces tácticos, sino hombres sencillos, humildes y rectos. ¿ Será bastante fuerte nuestra capacidad de resistencia interior contra lo que nos ha sido impuesto y suficientemente despiadada nuestra sinceridad frente a nosotros mismos como para poder reencontrar el camino de la sencillez y la rectitud?.

domingo, abril 08, 2007

El retrato en el siglo de Picasso.


Hay quien opta por no mirar a la cara. Hay quien decide no mirar a los ojos. Hay quien mira a los ojos y en vez de escribir las miradas, decide pintarlas. La exposición del Thyssen resulta inquietante. Hay pocos retratos que transmitan vida, la mayor parte resultan un agujero sin fondo al alma humana. Es cierto que si se ve en perspectiva el siglo XX, carece de optimismo pero la visión de estos artistas deja muchas preguntas en el aire...¿ Seremos capaces de levantar sus manos caídas, pasivas?....La mayor parte de retratos se caracterizaban por unas manos inmóviles, resueltas a aceptar la realidad sin querer cambiarla...Y todos esos genios que retrataron a más de una generación, no pudieron ver en aquellas escenas algo más....¿ Cómo serán hoy nuestros retratos?, ¿ seguiremos dejando las manos en los bolsillos?, ¿ Cómo son nuestras miradas?, ¿Transmiten algo más?.....Ojalá sí....
Exposición:

miércoles, abril 04, 2007

Sus ojos.

Esos ojos. No sé porque me traspasaron. Sus apenas 37 kilos de peso con setenta años, hacían que lo más llamativo de su persona fuera su mirada. Eran unos ojos oscuros, llenos de miedo, la desesperación hecha imagen. El hundimiento de una persona anónima contra una batalla ya perdida.

Sin embargo no solo eran sus ojos. Era su mirada, la mirada de millones de personas en la historia....una mirada carente de vitalidad, una sombra del hombre que fue y del que quería ser, la clarividencia de alguien que presencia su fin con clara conciencia. Sus lágrimas claras al ver a su mujer, su cuerpo humillado y su espíritu atónito.

Podría ser cualquiera, podrías ser tú, podría ser yo...Sus ojos no serían distintos de los nuestros...Su corazón pedía a gritos una palabra de esperanza....había algo más....la vida no podía acabar ahí...Esa palabra llamada eternidad parecía un espejismo a su alma demacrada...Mientras nos entretiene lo cotidiano, las reuniones, las compras, los compromisos de la agenda...Hay algo más, un mundo invisible tan real como el papel y tan robusto como el diamante....Un mundo que solo podemos descubrir si adoptamos la actitud de su mirada para que cuando lleguemos a sus 37 kilos, nuestros ojos sean un espejo de lo eterno...Solo pude coger su mano brevemente y me dió una sonrisa tan triste que casi me echo a llorar....