Nunca sé cuánto de verdad hay en algunas historias. Siempre hay mil atenuantes que la gente no cuenta pero cuando hay algo de verdad, aunque solo sea un poco...algo se mueve. Hoy una mujer entró en la consulta sin tener tiempo a ofrecerle una silla, fue directa a mis ojos y habló, ella habló. Lo hizo con tanta emoción que mantuve mis ojos fijos mientras escuchaba todo lo que salía por su boca.
-Ha sido el peor fin de semana de mi vida, fuí con mi hija al hospital. Usted ya sabe como está pero se puso malísima, malísima. Creí que se moría y la trataron como un animal. Me dijeron que se iba a morir y que no había nada que hacer. Mire, yo lo sé. Yo lo sé pero es una persona. Es una persona. ¿ Cómo nos pueden tratar tan mal?. A mí me da rabia no por mi hija sino por aquellos que de verdad necesitan atención y menudo plan. Pobre gente. A nadie le importa la gente. A mi hija le pusieron un lacito y de patitas en la calle. No es justo, somos personas.....sólo quería que llegase el lunes para venir aquí, no sé que hacer....
Y sus palabras acaban con un llanto roto de esta santa mujer que llora porque es injusto. Leo el informe y solo puedo acercarle los pañuelos a mi paciente mientras asiento, tiene razón.
_La medicina fracasa cuando no cuidamos de los que no se pueden cuidar.
_Las personas son valiosas, muy valiosas.
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