Eran tres, como los tres mosqueteros. Eran muy peculiares. Uno de ellos estaba en el hospital y los otros dos parecían sus escuderos en dicha batalla. Nuestro pequeño D´Artagnan era pequeño, bigote de época y actitud consentida.
Le explico la situación a D´Artagnan, le indico que por el momento está mejor y puede irse a casa. Me lo agradece con calidez, le pregunto si necesita ayuda para volver a casa pero sus particulares amigos me indican que ellos le llevarán a casa. Lo dicen con una amable rudeza por lo que comienzo a imaginarme los caballos a la puerta del hospital. Entrego el informe de alta y al darles la mano para despedirme, sujetan mi mano con fuerza, besan mi mano como si yo fuese una distinguida dama y me dan las gracias... Lo hacen con una antigua elegancia y una sincera bondad.....Ayudan a caminar a su amigo, sujetan su abrigo y el informe para dirigirse a la puerta.....su sentido agradecimiento me hace preguntarme cuál es su historia....cómo estos tres mosqueteros se hicieron amigos, cómo llegaron a poner sus vidas unos por los otros, cómo siguen tan unidos rozando ya los 80....quizás si hubiese más mosqueteros o si hubiese más Dumas, el mundo sería otra cosa...no sé bien cómo pero otra cosa....
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