Es el paciente número 39 del día. Empiezo a estar cansada. La cabeza empieza a pesarme un poco. Sólo escucho quejas y malamente logro robar una sonrisa a los pacientes. Todos parece muy ensimismados con lo que hacen. Y repito el nombre por el altavoz, estoy segura que lo he pronunciado mal, demasiadas consonantes en una única palabra. Entonces abre él la puerta, ha venido un par de veces así que no le conozco demasiado bien. Hoy viene acompañado de su hijo. Su hijo de cuatro años con el pelo rizo y ojos profundos.
Es la primera vez que viene con él, es la primera vez que veo a esta criatura. Es entonces cuando el niño camina hacia a mí y me abraza. No he dicho más que un hola pero aún así me abraza, rompe un poco mi coraza y le abrazo con una sonrisa. Me mira con una cara tan seria que hace daño y digo cosas vanas, cosas que no sienten o abrazan. Y lo digo mientras hablo con su padre con mil interrogantes paseando por mi cabeza. Y mientras él, el pequeño protagonista, permanece sentado sin moverse un ápice mientras me mira....y me pregunto cual será su historia, cuál será la historia de este padre y este hijo. Y no lo sé, probablemente nunca lo sepa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario