Recuerdo hacer castillos de arena en la playa. Recuerdo la boda de Sarah Ferguson un día lluvioso de verano. Recuerdo lo absurdo que eran las gafas de plástico que regalaban con los cereales. Recuerdo los anuncios de “ el algodón no engaña” sin saber bien quien cogería un algodón para pasarlo por el lavabo. Recuerdo la cartera llena de libros para ir a la Escuela de los Mayores. Recuerdo las judías verdes, su olor y mi profundo odio hacia tan inofensivo vegetal. Recuerdo los libros de Teo de la biblioteca mientras buscaba a Teo en mi clase de preescolar. Recuerdo como mi padre bajaba la basura cada noche al llegar de trabajar. Recuerdo los caramelos de la cabalgata de Reyes como proyectiles dispuestos a dejarme ciega. Recuerdo ver “ El un, dos, tres” los viernes por la noche. Recuerdo a las Tacañonas como las señoras más estridentes del mundo mientras prefería a Miriam Díaz Aroca. Recuerdo que los yogures de sabores no tenían frutas y que sólo tomaba petit suisse. Recuerdo a pin y pon ser granjeros, profesores, conductores de autobús o lo que mi mente fuese capaz de imaginar. Recuerdo como mi hermano me ignoraba con cierta frecuencia. Recuerdo gritar con pavor cada vez que mis primos venían a visitarme: “ Que se vayan, que se vayan” mientras a mi madre le caía la cara de vergüenza. Recuerdo la primera vez que monté en bici sin ruedines terminando estampada contra un bordillo. Recuerdo subirme a los árboles simulando que eran mástiles de un barco de vela. Recuerdo los bocadillos de jamón y queso mientras soñaba con la casa de Hansel y Gretel en mi cocina. Recuerdo a Felipe González muy serio decir “ Estamos en crisis”. Recuerdo los mareos en el coche cada vez que había curvas en la carretera. Recuerdo inventarme palabras sin sentido pensando que hablaba otro idioma. Recuerdo ir matando marcianos con A por la ventana trasera de un Citroën Visa. Recuerdo no entender nada de la Bola de Cristal salvo que era un programa de mayores. Recuerdo los lápices amarillos de líneas negras. Recuerdo el día que iba a llevar caramelos a clase cuando se suspendieron las clases por un temporal. Recuerdo saltar en todos los charcos con mis catiuscas azules. Recuerdo caminar de la mano de mi madre. Recuerdo los cacahuetes que me regalaba la abuela. Recuerdo jugar en Las Palmeras como si todo el mundo se redujese a ese parque. Recuerdo la tele sin mando, con dos canales y en color. Recuerdo la infancia como un cálido abrazo lleno de momentos felices y tiernos.
5 comentarios:
!Que Dios te conserve la memoria! Bicos.
Tía R.
¿Y olores? No recuerda olores. El mayor evocador de la memoria lejana y usted va y no recueda olores. Alucino.
Atentamente,
A. Nónimo
Ojalá Dios me conserve la memoria, ojalá lo haga. Gracias, tía. Bicos.
Querido A.Nónimo: Recuerdo olores pero este relato no está enfocado en dichos olores porque hace poco escribí otro relato enfocado únicamente en olores y esa es ya otra historia. Un abrazo y gracias por leer.
me ha molado mucho..un besitooo
:)
Que conste, que yo quería que vinieras a mi casa cuando era pequeña y no gritaba que se vaya....Aunque ahora voy a empezar a hacerlo: Que se vaya a Australia, que se vaya;)
Bicos caperucha.
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