Cada mañana al llegar al metro, hay un hombre sentado en el banco durmiendo. Está allí sin faltar a las 7.25, no importar si hace sol o niebla. Siempre se queda sentado sin coger el vagón que otros cogemos para ir al trabajo. Permanece impasible durmiendo con un chándal negro. Cada mañana en los últimos meses me he preguntado quién se puede levantar temprano para dormir en un aséptico banco del subsuelo....Con ese enigma sin resolver, han pasado los días, las hojas y nuevamente se acerca la Navidad....Otra vez hay luces en los árboles, otra vez hay gente con bolsas por la calle, otra vez las personas pendiente de si los números se van a encariñar con nosotros y nos van a regalar un buen pellizco....Cosas que pasan cada año como si fuese algo más que una fecha en el calendario y quizás por estar en medio del calendario, me costaba ver más allá así que decidí alegrarme la vista recordando lo que ya sabía. Me dirigí al Prado de forma tranquila mientras las personas hacían cola para ver el Belén del ayuntamiento, algunos turistas caminaban por la calle pero la entrada al Museo parecía estar esperándome....Una entrada para ver el Hermitage....Una entrada para ver las estrellas....Una entrada para ver la ciudad que tiene luces en los árboles todo el año....Una entrada para vivir la buena vida.....Y sonreí a la dependiente como si ella fuera a abrirme las puertas del nuevo mundo....Así que entré en el museo para ver otro museo que aún guardaba en la memoria y volví allí, volví al recuerdo de la escalinata dorada, a las paredes medio azules medio verdes, a la sala de los militares, a la eterna primavera y sin estar recordé a Rembrandt, recordé a su hijo pródigo y recordé las manos del Padre sobre los brazos del hijo....y sentí esos brazos sobre mis hombros....Sentí que era ya Navidad, era ya mi turno de sonreír ante un pequeño milagro y continuar avanzando....Al salir del Prado, tuve que sentarme porque no sabía si había sido un sueño....Un sueño en el que el Padre había dejado una estrella colgada del cielo para seguir su rastro, un sueño en el que había que levantarse y caminar, un sueño en el que echar un pan al agua sabiendo que algún día lo vas a encontrar….Y sé que el sueño es real porque al día siguiente por la mañana en el metro, el hombre que dormitaba se levantó y se echó a andar en dirección a la calle….por eso sé que ya es Navidad.
sábado, diciembre 24, 2011
Navidad.
Cada mañana al llegar al metro, hay un hombre sentado en el banco durmiendo. Está allí sin faltar a las 7.25, no importar si hace sol o niebla. Siempre se queda sentado sin coger el vagón que otros cogemos para ir al trabajo. Permanece impasible durmiendo con un chándal negro. Cada mañana en los últimos meses me he preguntado quién se puede levantar temprano para dormir en un aséptico banco del subsuelo....Con ese enigma sin resolver, han pasado los días, las hojas y nuevamente se acerca la Navidad....Otra vez hay luces en los árboles, otra vez hay gente con bolsas por la calle, otra vez las personas pendiente de si los números se van a encariñar con nosotros y nos van a regalar un buen pellizco....Cosas que pasan cada año como si fuese algo más que una fecha en el calendario y quizás por estar en medio del calendario, me costaba ver más allá así que decidí alegrarme la vista recordando lo que ya sabía. Me dirigí al Prado de forma tranquila mientras las personas hacían cola para ver el Belén del ayuntamiento, algunos turistas caminaban por la calle pero la entrada al Museo parecía estar esperándome....Una entrada para ver el Hermitage....Una entrada para ver las estrellas....Una entrada para ver la ciudad que tiene luces en los árboles todo el año....Una entrada para vivir la buena vida.....Y sonreí a la dependiente como si ella fuera a abrirme las puertas del nuevo mundo....Así que entré en el museo para ver otro museo que aún guardaba en la memoria y volví allí, volví al recuerdo de la escalinata dorada, a las paredes medio azules medio verdes, a la sala de los militares, a la eterna primavera y sin estar recordé a Rembrandt, recordé a su hijo pródigo y recordé las manos del Padre sobre los brazos del hijo....y sentí esos brazos sobre mis hombros....Sentí que era ya Navidad, era ya mi turno de sonreír ante un pequeño milagro y continuar avanzando....Al salir del Prado, tuve que sentarme porque no sabía si había sido un sueño....Un sueño en el que el Padre había dejado una estrella colgada del cielo para seguir su rastro, un sueño en el que había que levantarse y caminar, un sueño en el que echar un pan al agua sabiendo que algún día lo vas a encontrar….Y sé que el sueño es real porque al día siguiente por la mañana en el metro, el hombre que dormitaba se levantó y se echó a andar en dirección a la calle….por eso sé que ya es Navidad.
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