jueves, julio 29, 2010

13.

- Vengo a por los santos.
- ¿ Los santos?.
- Si los santos.
- Disculpe pero santos aquí no tenemos...
- Que sí, mujer, los santos esos para la tensión.
- Ah,¿ necesita usted las pastillas de la tensión?.
- Sí.
- ¿El losartán*?.
- Sí, los santos.



*El losartán es el antihipertensivo que mi paciente ha bautizado como los santos.

miércoles, julio 28, 2010

Roto.

Quince años y le han roto el corazón. Son cosas que pasan. Pasan pero no consuela el saber que pasan. Tiene quince años y con el corazón medio roto me pregunta si no hay pastillas que curen eso. ¿ El corazón roto?. Pues de momento no. Ojalá las hubiera pero aún no las hemos inventado.
Tierna inocencia.

sábado, julio 24, 2010

16.57

Está tan nervioso que apenas puede hablar, no levanta la vista, solo mira a los cartoncitos donde están los nombres de las medicinas que precisa. Tiene tantas arrugas que cuesta conocer su edad. Y habla con lentitud, con la sensación de que lo que le está sucediendo no es normal. Él sólo dice que no quería venir al médico. No quería venir porque su mujer ha ido al hospital. Ella está en el hospital. Y lo dice con tal decadencia que cuesta comprenderle. Está preocupado. Sólo puede repetir que es su mujer. Su mujer. No logro que me diga lo que le sucede a ella. Sólo responde que es su mujer mientras los ojos se vuelven un poco más vidriosos. Así que hago las recetas y deseo que su mujer se ponga buena pronto. Él asiente mientras sale cabizbajo de la consulta como si el peso del mundo estuviese sobre sus hombros, porque el peso de su mundo está sobre él en este instante.

martes, julio 20, 2010

12.

Cinco años. 29 años.

- ¿ Por qué hay una cama aquí?.
- Para hacer cosquillas.
- ¿ Cosquillas?.
- Las personas vienen al médico para que le hagan cosquillas.
- ¿ Seguro?.
- Segurísimo. Sólo que es un secreto.
- ¿Un secreto?.
- Sí, no se lo puedes contar a nadie porque sino todos querrían ser médicos.
- Vale.
- ¿ Me guardarás el secreto?.
- Sí.
- Gracias.

miércoles, julio 14, 2010

Aquellos.

Siempre me han sorprendido todos esos familiares cuidadores que se dan a los demás sin ningún tipo de limitación. Aquellos que se entregan porque haciéndolo son lo que desean ser. Aquellos que no tienen un salario asignado. Aquellos que están de guardia todo el día, todos los días del año. Aquellos que se dan sin pedir nada a cambio. Aquellos que no se imaginan que la vida pudiese ser de otra manera. Aquellos que lo hacen y que logran que el mundo sea mejor. Mucho mejor aunque se pierdan en el anonimato.
Desde el otro lado de la mesa, mi completa y sincera admiración.

sábado, julio 03, 2010

Embarazada.

Ayer cuatro pacientes me preguntaron si estaba embarazada. Cuatro personas. Era la primera vez que me veían. La primera pregunta vino de una embarazada de casi 9 meses. Me lo dijo sonriendo. Y respondí simplemente que no. No estoy embarazada. Ay parecía. Es un vestidito ancho. La segunda vez vino de una mujer de mediana edad. Me lo preguntó con la ilusión de quien sabe que lleva la razón. Ay pues no. Es que no suelo fallar. Ya, bueno. La insolencia me toca de lleno. Pensaba que ya había sido suficiente pero me equivoqué, para variar, me equivoqué. Dos mujeres más me preguntaron si estaba embarazada y una de ellas me tocó el vestido. Me tocó el vestido y me tiró un poco del mismo. Me tiró del vestido.
Y como no soy suficientemente asertiva para decirlo a mis pacientes, lo diré aquí. Me parece mal que un desconocido me pregunte si estoy embarazada. Me parece mal que uno vaya al médico y le pregunte si está embarazada. Me parece fatal, me parece sexista, cotilla y de mala educación. Me parece mal que un desconocido me toque el vestido a propósito. Me parece fatal que me tire del vestido. Me parece mal, muy mal y cada vez que lo hacen quiero gritar. Quiero gritar porque a ninguno de mis compañeros varones le tocan la tripita, porque no les tiran de la camisa y se quedan como si fuese lo más normal del mundo. Quiero gritar porque no me identifico con esa parte de mi género que se cree con el derecho de preguntar todo lo que se le pasa por la cabeza. Quiero gritar pero no puedo.

jueves, julio 01, 2010

Suplente, día 1.

- Bueno os presento a Sara.
- Hola, soy Sara, soy la suplente de este verano.
- Pues esperábamos a la Carbonero.
- Uhmmm...ya, yo también preferiría intercambiar papeles....Lo siento...Es una decepción pero no soy la Carbonero.
- Bueno, nos apañaremos.
- Ya, a mí tampoco me importaría estar en Sudáfrica pero....
- Bienvenida.
- Gracias.