sábado, julio 24, 2010

16.57

Está tan nervioso que apenas puede hablar, no levanta la vista, solo mira a los cartoncitos donde están los nombres de las medicinas que precisa. Tiene tantas arrugas que cuesta conocer su edad. Y habla con lentitud, con la sensación de que lo que le está sucediendo no es normal. Él sólo dice que no quería venir al médico. No quería venir porque su mujer ha ido al hospital. Ella está en el hospital. Y lo dice con tal decadencia que cuesta comprenderle. Está preocupado. Sólo puede repetir que es su mujer. Su mujer. No logro que me diga lo que le sucede a ella. Sólo responde que es su mujer mientras los ojos se vuelven un poco más vidriosos. Así que hago las recetas y deseo que su mujer se ponga buena pronto. Él asiente mientras sale cabizbajo de la consulta como si el peso del mundo estuviese sobre sus hombros, porque el peso de su mundo está sobre él en este instante.

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