domingo, septiembre 11, 2011

11.

Como tantas otras personas, recuerdo donde estaba aquel 11S. Recuerdo el lugar, la compañía y la noticia. Recuerdo mi capacidad de asombro al ver como un desastre en Nueva York podía quebrantar la paz con la que respiraba aquella tarde en Bruselas, recuerdo el lugar exacto donde estaba, recuerdo los camiones del ejercito, el desconocimiento de saber si podría volver a casa y la sensación de que aquello era una broma pesada. Y creo que nunca entendí con claridad lo que significa esa fecha hasta años más tarde. Entendía los datos, las estadísticas, la guerra y todas esas cosas agrias pero no llegaba a la verdadera historia. Empezé a entender esa historia cuando me encontré con otras letras 11M. Esas letras se cruzaron más cerca de mi. Esas letras identifican a personas que estuvieron en el lugar de los atentados, a aquellos que perdieron uno o más seres queridos e identifican el odio, el miedo y la rabia. Esas letras de pronto, tenían nombre propio, rostro y voz. Nunca sabía cuando me iba a cruzar con esas otras letras pero sé que leerlas, me hacían ( hacen) coger aire. No hay mucho escrito en los historiales de esos pacientes acerca de lo que sucedió el 11M. ¿ Qué se puede escribir?. Se supone que los médicos tenemos la obligación de escribir todo lo que sucede, de definir los pequeños detalles e intentar que todo tenga sentido pero también somos humanos. Y a veces como humanos, sentimos. Sentimos mucho tener que escuchar a personas que narran una desgracia de tal calibre sin tener el antídoto que detenga el tiempo para volver a un tiempo donde el 11 no significaba nada. Sentimos quedarnos mudos y sentimos no tener una pastilla que nos cure a todos de tanto horror.

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