Arrugas |
Hoy estoy un poco arrugada. Hoy no han sido mis pacientes los que me han arrugado. No han sido las toses ni los mocos que me regalaron. Mis arrugas han salido esta mañana en el periódico. No sé porqué las miré con curiosidad. Las vi delante de mí y comenzaron a caminar. Caminaban por una casa amplia de dos plantas con una piscina que solo sirve para enseñar a las visitas. Una casa llena de personas que se habían abandonado a los sentidos. Una arruga viajaba en el Orient Express camino de Estambul. Otra llevaba el sabor de una nube llamada Tramposo. Una de ellas hasta osaba hablar con acento argentino aunque hubiera nacido en Ribadeo pero había una arruga que se llamaba Rockefeller. Fue esta arruga la que se coló junto a mi cama esta mañana. Me miró con un poco de desconfianza mientras recogía su reloj y su cartera. Se levantó con lentitud y se puso la corbata de siempre. Le queda bien. Rockefeller me dio su mantequilla y se dispuso a hacer un poco de gimnasia por lo que hay para mirar. Y fue él quien se olvidó el abrigo y quien decidió correr hacia la piscina de las visitas, fue cuando me mojó los pies que pensé en fugarme con él.
Ps. Gracias por estas historias tiernas que llevas a la pantalla grande aunque no llevaba mi piruleta de corazón, la peli hizo que me olvidara de ella y me quedé pensando en esta historia llena de arrugas que pocas veces merece la atención que le habéis dado. Gracias por este trabajo pero sobre todo por el homenaje a tantas y tantas personas anónimas. Esperamos el próximo proyecto con ganas y mil gracias por la invitación de ayer.