miércoles, abril 04, 2007

Sus ojos.

Esos ojos. No sé porque me traspasaron. Sus apenas 37 kilos de peso con setenta años, hacían que lo más llamativo de su persona fuera su mirada. Eran unos ojos oscuros, llenos de miedo, la desesperación hecha imagen. El hundimiento de una persona anónima contra una batalla ya perdida.

Sin embargo no solo eran sus ojos. Era su mirada, la mirada de millones de personas en la historia....una mirada carente de vitalidad, una sombra del hombre que fue y del que quería ser, la clarividencia de alguien que presencia su fin con clara conciencia. Sus lágrimas claras al ver a su mujer, su cuerpo humillado y su espíritu atónito.

Podría ser cualquiera, podrías ser tú, podría ser yo...Sus ojos no serían distintos de los nuestros...Su corazón pedía a gritos una palabra de esperanza....había algo más....la vida no podía acabar ahí...Esa palabra llamada eternidad parecía un espejismo a su alma demacrada...Mientras nos entretiene lo cotidiano, las reuniones, las compras, los compromisos de la agenda...Hay algo más, un mundo invisible tan real como el papel y tan robusto como el diamante....Un mundo que solo podemos descubrir si adoptamos la actitud de su mirada para que cuando lleguemos a sus 37 kilos, nuestros ojos sean un espejo de lo eterno...Solo pude coger su mano brevemente y me dió una sonrisa tan triste que casi me echo a llorar....

3 comentarios:

Sara. dijo...

Ps. Siento que la historia parezca triste sin embargo fue un buen recordatorio de lo importante entre tanta prisa.Fue un privilegio poder ver esos ojos, siento que no salgan nunca en el próximo dominical...ojalá los vieseis...

Anónimo dijo...

Gracias Sara por este relato lleno de sentimiento y poder!!! Cuando lo lia me preguntaba... Como deberia reaccionar un creyente frente a una situacion asi? Deberia darle alguna palabra de Cristo, que le diera alguna esperanza eterna?

Un abrazo. Roberto

Sara. dijo...

Resulta difícil encontrar la respuesta cuando solo ves a alguien durante unos pocos minutos...Creo que está en mis manos orar y transmitirle una palabra de aliento....A veces puedo hacer alusión a Cristo y otras veces no pero el fin es amar a las personas y ayudarles a llevar sus cargas...eso es la verdadera medicina...la cual ambos tratamos de practicar...Gracias por leer. Abrazos a todos.