viernes, febrero 18, 2011
jueves, febrero 17, 2011
Miedo.
Son unos resultados perfectos. Todo está bien. Da miedo pronunciar dichas palabras. Da miedo hablar sobre el bien cuando has pasado meses en una cama sin poder ser tú, cuando has recibido un montón de cosas que aunque sanándote,te han reducido a despojos. Y siempre queda esa duda, la duda de saber si volverá. ¿ Volverá la enfermedad?. Y ahí están las dos caras de la misma moneda. La ciencia que afirma que volverá, va a volver, lo sabemos. Y la cara de alguien que ha sufrido, que sufre y que desconoce que va a ocurrir. Y no sabes bien qué decir. No sabes si dejar que sea tu mente la que hable o si dejas que sea tu corazón el que guíe las palabras. Y empiezas a hablar del miedo, del miedo que le seguirá toda su vida, el miedo a que todo se repita pero lo mezclas con paz. La paz de saber que hasta aquí hemos llegado. No sabemos más. No hay un mapa. No hay un único camino y por tanto no deberíamos anclarnos en el miedo. El miedo no produce nada memorable. El miedo nos reduce a un espectro de lo que somos o lo que debemos ser. Y por tanto, pase lo que pase, sé que el miedo no es el camino. No podemos vivir con miedo. Eso es lo que si sé, los libros de medicina no hablan de ello. No explican cómo mirar a los ojos sin que te tiemble la voz. No explican porqué el mal existe. No quitan el miedo, lo disfrazan de ansiedad reactiva, problemas psicosociales y demás parafernalia pero no lo humanizan. No hablan del miedo porque somos cobardes, no podemos dejar el disfraz de ciencia y reconocer que no tenemos cura para el miedo. La cura no pasa por nosotros, pasa por ver más allá para recibir esperanza y paz aún contra toda razón. Pasa por plantarle cara y decidir no vivir con él, decidir agarrarnos a lo eterno y vivir desde la eternidad.
lunes, febrero 14, 2011
La cintura.
Hay cosas que uno piensa que "son normales", no porque me parezcan normales sino porque ocurren diariamente. Hace un par de semanas, adiviné que si eres hombre o mujer por encima de la treintena hay cosas que no te pasan. Si eres hombre: nunca te pasa y si eres mujer no joven tampoco. Conclusión: Soy imbécil.
Una de las cosas que hago a diario es tomar la tensión. Sí, tomo la tensión a muchos de mis pacientes. Eso significa que le pido a los pacientes que extiendan su brazo, coloco el manguito en el brazo y pongo mi fonendo a la altura del codo. Hasta aquí todo normal.
Lo que ocurre es que muchos pacientes tienen a bien, reposar su brazo extendido sobre mi cintura. Vamos que se apoyan en mi cintura mientras yo les tomo la tensión. Y llega un momento en que te mosqueas. Es decir que la abuelita venerable decida reposar su brazo en mi cintura, lo puedo entender. Ahora bien que alguien de 40 años me toque la cintura porque pasaba por allí, me parece fatal. Lo malo es: ¿cómo le dices amablemente a alguien que le está echando mucha cara?. Esto es fácil escribirlo pero difícil cuando ves el careto del sujeto porque la famosa relación médico-paciente se va al traste.
En el fondo, aunque desagradándome, me aguantaba pero después de mi encuesta que eso no le pasa a nadie que tenga más de 30 pues me cabrea. Vale que soy médico, "con esta carita". Vale que soy mujer, "con esta vocecita". Vale que soy joven, "ay que jovencita" pero que eso signifique que te toquen la cintura como quien se va de bares pues no. No y no, no estamos en el bar de la esquina y no se le toca la cintura a la camarera, ni a la enfermera, ni a la doctora, ni a nadie sin su consentimiento. Así que después de darme cuenta que soy imbécil, ahora tomo la tensión a la mayor distancia posible... Al menos hasta que envejezca lo suficiente para que esto me deje de pasar.....
Ps. Voy a recordar el decálogo de normas para la adecuada convivencia con su médico:
1. No me toque el escote.
2. No me toque la ingle.
3. No me toque la cintura.
4. No me pregunte si estoy embarazada.
Las normas se aplican a todo paciente sin excepción.
....No es pedir tanto.....Vamos que cualquiera diría que me dedico a una profesión "liberal"....
Una de las cosas que hago a diario es tomar la tensión. Sí, tomo la tensión a muchos de mis pacientes. Eso significa que le pido a los pacientes que extiendan su brazo, coloco el manguito en el brazo y pongo mi fonendo a la altura del codo. Hasta aquí todo normal.
Lo que ocurre es que muchos pacientes tienen a bien, reposar su brazo extendido sobre mi cintura. Vamos que se apoyan en mi cintura mientras yo les tomo la tensión. Y llega un momento en que te mosqueas. Es decir que la abuelita venerable decida reposar su brazo en mi cintura, lo puedo entender. Ahora bien que alguien de 40 años me toque la cintura porque pasaba por allí, me parece fatal. Lo malo es: ¿cómo le dices amablemente a alguien que le está echando mucha cara?. Esto es fácil escribirlo pero difícil cuando ves el careto del sujeto porque la famosa relación médico-paciente se va al traste.
En el fondo, aunque desagradándome, me aguantaba pero después de mi encuesta que eso no le pasa a nadie que tenga más de 30 pues me cabrea. Vale que soy médico, "con esta carita". Vale que soy mujer, "con esta vocecita". Vale que soy joven, "ay que jovencita" pero que eso signifique que te toquen la cintura como quien se va de bares pues no. No y no, no estamos en el bar de la esquina y no se le toca la cintura a la camarera, ni a la enfermera, ni a la doctora, ni a nadie sin su consentimiento. Así que después de darme cuenta que soy imbécil, ahora tomo la tensión a la mayor distancia posible... Al menos hasta que envejezca lo suficiente para que esto me deje de pasar.....
Ps. Voy a recordar el decálogo de normas para la adecuada convivencia con su médico:
1. No me toque el escote.
2. No me toque la ingle.
3. No me toque la cintura.
4. No me pregunte si estoy embarazada.
Las normas se aplican a todo paciente sin excepción.
....No es pedir tanto.....Vamos que cualquiera diría que me dedico a una profesión "liberal"....
sábado, febrero 12, 2011
El día.
Hay días que una pregunta trivial destapa la caja de Pandora sin que sepas bien donde te encuentras. Una pregunta banal como ¿de donde es usted?, trae un manto de realidad a una consulta medio perdida en la periferia de la gran ciudad. Soy de Egipto. Y cómo está. Pues, no lo entiendo, yo no entiendo cómo la gente ha tardado tanto en levantarse. ¿ Cuánto tiempo lleva en España?. Diez años, yo vi que no podía dar de comer a mis hijos y salí de allí. ¿ Cómo está su familia?.Mi familia está en la calle, tengo amigos que no han vuelto a sus casas desde que se inició la revuelta. Tienen que resistir, yo voy los fines de semana a la Embajada. Quiero decirles que no somos tontos, que queremos libertad y oportunidades. ¿ Va a volver? Probablemente no pero es mi pueblo, tenemos que luchar.Espero que salga bien, lo deseo de verdad. Gracias, eso esperamos.
Tengo la sensación de viajar a un país que no conozco, de ver las arrugas que los años han conformado en sus rostros, de entender un poco mejor lo que que otros cuentan. Y siento también parte de esa losa que significa luchar sin garantías porque es lo que toca. Y pasan los días. Nada parece moverse. Y es otro paciente el que levanta esa losa, ¿ no lo sabe aún?, ¿ no se ha enterado? Ha dimitido. Mubarak ha dimitido. No sabe lo que está viviendo esa gente, hoy es su oportunidad. Y sonrío, sonrío por la gente común que desea el bien y que se alegra del fin de la injusticia...sonrío porque hoy es su día....
Tengo la sensación de viajar a un país que no conozco, de ver las arrugas que los años han conformado en sus rostros, de entender un poco mejor lo que que otros cuentan. Y siento también parte de esa losa que significa luchar sin garantías porque es lo que toca. Y pasan los días. Nada parece moverse. Y es otro paciente el que levanta esa losa, ¿ no lo sabe aún?, ¿ no se ha enterado? Ha dimitido. Mubarak ha dimitido. No sabe lo que está viviendo esa gente, hoy es su oportunidad. Y sonrío, sonrío por la gente común que desea el bien y que se alegra del fin de la injusticia...sonrío porque hoy es su día....
jueves, febrero 10, 2011
Matasanos.
Me guste o no me guste. Hay algunos médicos que son unos matasanos en el término literal de la palabra. Ayer escuché como una paciente me contaba la mucha fe que tenía en uno de estos individuos. Cuando alguien emplea el término "fe en el dr. Tal", me suelo asustar. Poner la fe en otro ser humano no suele acabar bien.
Ayer mi paciente me contó como el dr. Tal le pedía pruebas repetidas sin indicación científica desde hace más de 20 años. Dichas pruebas además de no tener ningún tipo de ciencia detrás en pacientes sanos, conllevan aumentar el riesgo de efectos nocivos claros sobre la salud.
El dr. Tal debió considerar que la esperanza de vida de mi paciente no había disminuido lo suficiente por lo que prescribe unas pastillas que son nocivas para la salud de un paciente sano. Mi paciente me preguntó si yo le podía dar el bono descuento ( osea receta) para que se pudiera ahorrar unos eurillos. Amablemente le explique que no estaba de acuerdo con la prescripción por lo que no haría dicha receta. La paciente encajó amablemente la negativa y me explico que se las iba a tomar de todos modos porque confiaba mucho en el dr. Tal.
Reconozco que tras escucharla, me cabreo con mi profesión. El dr.Tal actúa ignorando la ciencia, realizando acciones que están demostradas van contra la salud de los pacientes sanos. Lo hace durante años de forma repetida, impunemente y para colmo cobra por ello. Como si no fuera poco, mi paciente confía infinitamente más en él que en mí por lo que es posible que viva menos años de los que debiera sin que ni siquiera lo relacione con el Matasanos que le trata.
Conclusión: El ser humano es infinitamente resistente o infinitamente ciego; los matasanos son claramente una lacra a la profesión médica.
Ayer mi paciente me contó como el dr. Tal le pedía pruebas repetidas sin indicación científica desde hace más de 20 años. Dichas pruebas además de no tener ningún tipo de ciencia detrás en pacientes sanos, conllevan aumentar el riesgo de efectos nocivos claros sobre la salud.
El dr. Tal debió considerar que la esperanza de vida de mi paciente no había disminuido lo suficiente por lo que prescribe unas pastillas que son nocivas para la salud de un paciente sano. Mi paciente me preguntó si yo le podía dar el bono descuento ( osea receta) para que se pudiera ahorrar unos eurillos. Amablemente le explique que no estaba de acuerdo con la prescripción por lo que no haría dicha receta. La paciente encajó amablemente la negativa y me explico que se las iba a tomar de todos modos porque confiaba mucho en el dr. Tal.
Reconozco que tras escucharla, me cabreo con mi profesión. El dr.Tal actúa ignorando la ciencia, realizando acciones que están demostradas van contra la salud de los pacientes sanos. Lo hace durante años de forma repetida, impunemente y para colmo cobra por ello. Como si no fuera poco, mi paciente confía infinitamente más en él que en mí por lo que es posible que viva menos años de los que debiera sin que ni siquiera lo relacione con el Matasanos que le trata.
Conclusión: El ser humano es infinitamente resistente o infinitamente ciego; los matasanos son claramente una lacra a la profesión médica.
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