jueves, julio 09, 2009

Gente.

Es un día cualquiera. La gente sale de su casa camino del trabajo. Me dirijo al mío mientras observo a todas esas personas con las que me cruzo. Son muchas. Solamente ver la cola del paro todas las mañanas, me encoge un poco el alma. No conozco a esas personas pero algo dentro de mí se resiente.La vida es caprichosa, no hay más. Llego al centro de salud, me colocó un jersey para no morir de congelación y la bata blanca. El fonendo colgado del cuello y una sonrisa medio dormida. Es demasiado temprano para estar allí pero despierto pronto...basta escuchar a todas las personas que entran y salen de la consulta...en un abrir y cerrar de ojos, escucho a un anciano que se reencuentra con un amor de juventud, un hombre que mejora con un tratamiento, una mujer que ve a su familia tras más de cuatro años separados ( maldita miseria, malditas pateras), un matrimonio cuenta los días para ir a buscar a su hijo en un país africano, una mujer hipocondríaca...Todos entran, todos abren parte de su vida, todos abren una ventanita a lo que son y te dejan ver...Y cuando ves, cuando ves todas esas vidas....algo cambia, la vida no puede ser aburrida. No puede serlo y yo, yo soy una privilegiada por poder verlo.

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