martes, agosto 13, 2013

Nombres.

Solo me sé los nombres de los pacientes que están malos, muy malos. Si no te pasa grave, no recordaré tu nombre, recordaré tu historia pero no tu nombre. Llevo pocos meses trabajando en este sitio así que tuve que poner el contador de nombres a cero, se acabaron Eulogia, Pablo, Carmen, José y Pedro, ya no seré su médico. Siento que estén tan malos pero ya no les ayudaré, no les consolaré y afortunadamente tampoco veré como empeoran. Lo siento, ser suplente es un asco para ustedes y para mí. Así que en mi nuevo contador tuve que empezar a aprender nombres nuevos, son solo seis nombres a aprender pero con mi lentitud habitual solo me se cuatro de esos nombres.

Esta semana llamé por teléfono para ver como iba uno de esos nombres, habíamos hablado hace 4 días y cuando llamé ya no existía ese nombre. Siempre me peleo con esa palabra. Mi paciente había muerto en paz mientras dormía. Muerto, cuanto odio esa palabra, la odio. Parece que decirla, te borra de la faz de la tierra y no es cierto. Mi paciente sigue vivo para su familia, para mí que recuerdo las bromas que me hacía en su casa. Hoy mientras intentaba pasar página, acudió su hija para agradecerme el trato recibido. Sé que mi padre hubiera querido que me acercara a darle las gracias. Nos dimos los dos besos de rigor y lo dije, su padre era encantador. Su padre con su nombre y apellidos seguirá vivo en nosotros. Lo sé, respondió emocionada la hija, lo sé.

Descanse en eterna paz, no más llanto, no más dolor.

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