domingo, octubre 29, 2006

Cálidez.


Ya apenas puedo ver. La he reconocido por la voz. Necesito un andador para caminar. No puedo ver la cara de mi esposa, toda la vida con ella y ni siquiera puedo ver sus ojos. No puedo ver la calle, los colores ni siquiera puedo ver la belleza…si la gente es guapa, los gestos…Ahora tengo que ver con mis oídos.

No puedo encontrar el pañuelo que me ha dado, no sé donde lo he dejado. Se lo acerco. Ese era el único sitio donde no he mirado. Es tan…Pasa su esposa, tiene unos ojos verdes preciosos; lo primero que hace es darle la mano con una sonrisa triste mientras le pregunta cómo está.

Salgo de la habitación, me siento ajena a la escena. Veo el drama de la ceguera pero también me siento tocada por el amor que permanece en la luz y en la oscuridad. Si todos viésemos con la misma intensidad que él ve, si todos escuchásemos con la misma atención con la que él lo hace…el mundo sería un lugar más cálido.

2 comentarios:

meditada dijo...

Me pones los pelos de punta... creí que eso sólo me pasaba cuando escuchaba buena música...

Sara. dijo...

Gracias Meditada, es un placer leerte y un honor tenerte de lectora. Un abrazo cálido en esta tarde gris.