sábado, agosto 25, 2007

Cordura.

Es alto, delgado, moreno y no llega a los cuarenta. Sus ojos expresan una mezcla de miedo y agresividad que me intimidan. Habla poco y entrecortado. Tiene una historia común que pocas veces escucho.

- ¿Tienes la sensación de que hay voces que te hablan?.
- Sí,están dentro de mi cabeza, hablan y hablan. Me dicen cosas que debo hacer...
- ¿Haces caso a las cosas que te dicen?.
- Sí, les hago caso...por eso me hablan...
- ¿ Y por eso le diste un puñetazo a tu primo?.
- Sí.
- ¿Y crees que alguien puede leer tus pensamientos?.
- Sí. Sé que si me miras, sabes lo que estoy pensando...
- ¿Has tomado la medicación?.
- No...

No nos miramos a pesar de los minutos que permanecimos en silencio.
No sé que decir,probablemente nunca lo sepa.

Muchas veces son ellos los más cuerdos. Es difícil interpretar su mundo, entender su historia. Convivir con una enfermedad mental puede ser más dañino que una enfermedad crónica pero sin el beneplácito del mundo exterior.

En mi último viaje en avión, pensaba en el mundo que se extendía a mis pies y en todo el sufrimiento que podía existir, un mundo frágil y caído. La enfermedad mental coincide con esa imagen, mucha belleza, un poco de dolor y una frágil esperanza en el horizonte...

2 comentarios:

Lafriky dijo...

Donde esta la barrera entre la cordura y la locura?

Sara. dijo...

...la real no lo sé...la que dicen los libros muestran un montón de criterios con los que puntuar...¿quién está más loco y quien más cuerdo?...probablemente nunca lo sepamos.