viernes, agosto 14, 2009

3.

- Tiene que ir al hospital.
- No puedo dejar a mi mujer sola. Ella no se puede mover de la cama.
- Alfonso, de verdad, llamaremos a alguien pero tiene que ir al hospital.
- A mí no me importa ir al hospital pero no puede la ambulancia ir por mi casa y recoger a mi señora. Ella podría quedarse en la sala de espera.
- Alfonso, no se preocupe que yo la llamo y se lo explico.
- Mis hijos no nos ayudan nada. Y mire que yo he hecho sacrificios para sacarlos adelante. Muchos sacrificios.
- Bueno, tiene que esperar aquí sentadito.

Comienza a llorar. Hoy no tengo el día de lágrimas. No puedo ver a este abuelo llorar sin hacer nada. Seis pacientes esperan a mi puerta, mirándome con cara hostil.

- Alfonso, es necesario. Si no cuidamos de usted, usted no podrá cuidar de ella.
- Ay, pero digále que esté tranquila. Se va a preocupar mucho.

Más lágrimas. Más pañuelitos de papel. Me levanto para atender a la llamada de la ambulancia. Vuelvo a junto el paciente y no está. Siento un vuelco al corazón, recorro el centro de salud y voy a la calle. No está. Vuelvo a mi consulta, le veo salir pausadamente del baño mientras coge mi mano y me da el teléfono de su nieta.

- Ella vendrá, ella se hará cargo de mi mujer.

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