viernes, abril 02, 2010

Una palabra.

Llevo meses repitiéndole lo mismo. No lo hago con cada paciente. No se lo digo ni siquiera a una cuarta parte de las personas que atraviesan las puertas de la consulta. No lo hago. Sólo repito esas palabras a aquellos que ya no se reconocen del otro lado del espejo. Ella no sabe ya quien es. Sabía quien era pero ya no lo sabe. Algo empezó a fallar. Y continuó fallando hasta que acabó en una de esas listas donde la gente espera a que otros se mueran. Y entonces lo digo....Mire, sé que no es fácil, sé que le estamos pidiendo mucho pero su vida es muy importante, aún podemos ayudarle mucho, aún podemos hacerle vivir más pero necesitamos que nos ayude...Tiene que seguir luchando, estamos con usted pero no se canse, no se nos canse porque todos queremos que esté bien....Y repito lo mismo durante meses, meses y nada parece cambiar....Mi mirada clara a los ojos no parece llegar a ninguna parte...El problema es la impaciencia ( la mía) por querer ver las cosas ya sin entender que la vida es como la mermelada de limón que hay que removerla con lentitud hasta que coja la textura adecuada....Así que el otro día sin previo aviso, ella me abrazó...Me abrazó con lágrimas en los ojos y sólo dijo una palabra...Gracias....y sonreí, sonreí abiertamente porque su gesto llenó mi corazón de esperanza...Gracias a usted, gracias por seguir luchando...

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