Estaba al fondo del muelle, pocas personas la conocían. Era una extraña para la mayoría que pasaba un mes al año en aquel pequeño pueblecito en pleno Atlántico.
Nadie sabía su nombre, ocupación o ideas. Su voz era casi un susurro, en la tienda de Emily solo compraba pan y mantequilla….La gente llegó a acostumbrarse a su presencia, formaba parte del paisaje.
Solía llevar una camiseta blanca con unos viejos vaqueros. El pelo recogido en una coleta mal hecha, los pies descalzos. Ella se sentaba al borde del muelle, observaba el mar moverse con una pasmosa decisión. Olas y olas.
Raras veces demostraba algún sentimiento, no solía haber sonrisas en su cara, tampoco malos gestos…Parecía inerte a aquel lugar. Solo, olas y olas.
Aquel verano fue como los anteriores, ella fue una ola más que batía en el rompeolas del muelle. El mes se fue y ella también pero nunca más volvió.
Nadie supo más de ella, nadie la echó en falta….quizás nunca había existido.
Años más tarde sus olas llenaron páginas de periódicos. Titulares que la nombraban la pintora más influyente del siglo… palabras necias que halagarían a cualquiera menos a ella. Ella era una ola más en aquel Atlántico suyo.
Olas y olas.
( Guardado en el baúl de los recuerdos encontré este cuento).
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