miércoles, diciembre 31, 2008

El último día del año.

Salgo a la calle. El mendigo de la esquina sigue sentado dignamente mirando los radios del coche. No hace tanto frío como para llevar gorro pero aún así lo llevo puesto. La gente parece más relajada que otras veces aunque el tráfico sigue tan caótico como siempre. Me dirijo hacia la biblioteca. Una mujer canta un villancico en una esquina. Los libros siguen colocados en estanterias. Necesito un libro así que lo busco entre cientos de otros libros. Los usuarios de la biblioteca no se miran, parece una norma no escrita. Se apartan para ceder el sitio pero siguen buscando ese libro que les puede sacar de la rutina. Encuentro Hiroshima. Veo la letra ordenada y me veo tentada a coger un libro de un autor japonés. La biblioteca es ese lugar donde todo vuelve a su lugar. Cientos de historias que se mezclan. Cientos de fechas estampadas en las tapas de los libros. Y una esperanza, todo puede suceder. Todo es posible. La vida sigue girando. Cada libro es el principio. El principio de un nuevo viaje, el principio de un nuevo día, el principio.
Salgo nuevamente a la calle, las luces de Navidad parecen escasas entre tanto cemento. Una mujer cuenta como encontró a su alma gemela mientras el semáforo cambia de color. En la frutería las mandarinas están ordenadas por tamaño de modo que da reparo tocarlas. Un hombre piropea a una mujer en la cola entre tomates y manzanas. La mujer afirma que esas cosas ya no se dicen mientras el hombre responde qué es una pena. Y todo sucede el último día del año.

Gracias por compartir un año conmigo. Gracias por recordarme que esto solo es el principio. El principio de un libro en blanco....por un nuevo año lleno de paz y gracia.

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