martes, enero 08, 2008

580g.

Allí estaba él.580 gramos. 35 minutos de vida. Sus pulmones respiraban con tanta fuerza que parecían romper la caja torácica. Su corazón parecía un poco más débil. Allí estaba, 15 semanas antes de lo previsto. Nadie había pensado un nombre. Nadie le esperaba. Nadie sabía que iba a ser de él.
Le observaba desde el otro lado de la incubadora, movía lentamente sus pequeños bracitos e hizo algo especial. Abrió los ojos, muy poco a poco, abrió los ojos lo suficiente para observarle su iris. Fue entonces que abrió la mano como si esperase que alguien la fuese a sujetar, como queriendo saber que estaba vivo. Y quise dejar el cristal que nos separaba,abandonar los 15º de diferencia entre su sitio y el mío. Quise decirle que me alegraba que estuviese aquí, quise decirle que había un lugar para él, que el mundo iba a ser un poco mejor de lo que es hoy y que no se cansase de luchar porque la perseverancia tiene un premio, en su caso, la vida.

Y cuando ves algo así, solo puedes pensar, por eso estudié medicina.

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