Tiene cuatro años. El pelo castaño claro y unos ojos enormes color azul. Está sentada en la camilla con cara de curiosidad. Viene con su padre, un hombre alto y educado que no quita sus ojos de ella. Él no para de susurrarle palabras en un idioma extranjero, ella medio sonríe, medio mira con cara de incredulidad.
Comienzo a hablar con ella, esas cosas que uno dice y ella me mira con timidez. Su padre me dice que lleva pocas semanas en España, no entiende español. Él continua hablando en ese idioma y la niña sigue ahí sentada, su mirada de confianza no se aleja de los ojos de él.
Hago las preguntas de rigor y la exploro. Ella no opone ninguna resistencia mientras digo esas palabras dulces y bien intencionadas que dirijo a mis pequeños pacientes.
Ella se vuelve a sentar erguida con cierto porte de elegancia contenida, vuelve a mirar a su padre con esa mirada llena de amor y confianza que él le devuelve con orgullo...Fue un momento hermoso, muy hermoso...
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