Miras el monitor. Miras al paciente. Auscultas al paciente. Suena mal. Miras el tratamiento. Miras a tu compañero. Y tomáis una decisión. 2 ampollas de Furosemida. El monitor sigue sin mostrar mejoría. Os miráis y uno de los dos da la siguiente orden. Uno lee la historia. El otro mira al paciente. Cuatro ojos ven mejor que uno. Solinitrina. Vámonos a la zona de pacientes críticos. El corazón en un puño. Estaba bien, dice el residente. Estaba bien, es una aclaración precisa. Ya no está bien. El paciente empeora, llamamos a la UCI. Forzamos el tratamiento al máximo. Y seguimos serios, mirando al paciente. Esto es la medicina.
Pasan 15 minutos, entra una paciente en parada cardiorespiratoria. La ambulancia sigue con la bocina puesta mientras un médico hace el masaje cardíaco. Lo intentamos. Turnos de cuatro personas para ser su corazón. Damos las drogas necesarias. Tiene ritmo. Tiene ritmo. Miramos el monitor. FV. Desfibrilador. El paciente salta de la camilla por unos pocos segundos como si volviese a la vida. Seguimos reanimando. Faltan pocos minutos para llegar al momento crítico. 30 minutos de reanimación hospitalaria. Nos apartamos. Le vemos, le vemos morirse. Mientras su familia llega ajena a lo que está ocurriendo a escasos metros.
La vuelta a la realidad puede ser cruda. Esto ocurre. Ocurre. Le ocurre a personas. Le ocurre a personas que podrían ser yo. La vida es frágil. La vida es valiosa. La medicina puede ser una ayuda pero la vida no está en nuestras manos. La vida está y estará en Sus manos. Esa es la realidad. La única realidad.
1 comentario:
... y ahí nace la esperanza
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